El duelo es un trabajo. La mayoría de los estudiosos
del duelo, coinciden en que el doliente necesita estar
activo y hacer más que esperar que algo ocurra, de manera
que el proceso probablemente consiste tanto en experimentar
a través de unas fases como en cumplir ciertas tareas.
Un duelo requiere energía física y emocional, ya que
hay que hacer activamente cosas para una resolución
positiva del mismo. A la vez, existen reacciones emotivas
de tremenda intensidad que necesitan ser expresadas
y aceptadas para acomodarse a la ausencia del ser querido,
construirse una nueva identidad y rehacer una nueva
vida en la que nunca más estará esa persona. El duelo
requiere actividad por parte del doliente y ese trabajo
es muy valiosos para el proceso. El acomodarse a la
ausencia del ser querido y construirse una nueva identidad
y un nuevo mundo, requiere del doliente trabajar duro.
El duelo como proceso y como trabajo posibilitan al
doliente el salir fortalecido y enriquecido de esta
experiencia.
FACTORES
QUE INFLUYEN EN EL DUELO
La pérdida de un ser querido es vivida de manera única
e individual por cada uno de los dolientes. Cuatro grupos
de factores afectan de manera importante al duelo: Los
factores psicológicos, los recursos personales, las
circunstancias específicas de la muerte, los apoyos
externos.
1.-Los
factores psicológicos
La
pérdida y el sentido de la pérdida es único. Una misma
pérdida tiene un significado diferente para diferentes
personas, porque cada uno la percibe de manera distinta,
dependiendo del: *Sentido, calidad e inversión emocional
de esa relación para el doliente. *Dependencia o independencia
que ha generado, *Cantidad y calidad de los "asuntos"
sin resolver entre el doliente y el fallecido, características
del fallecido, (edad, sexo, personalidad), *Percepción
del doliente sobre la "realización, satisfacción y cumplimiento
" que la vida ha deparado al fallecido. *Rol y funciones
del fallecido para el doliente, su familia y el sistema
social en que se movía, que van a dar lugar a determinado
número de pérdidas secundarias. Si las relaciones con
el ser querido han sido conflictivas, el dolor no solo
es por la pérdida; el doliente también se culpa de no
haber tenido mejores relaciones con el fallecido; no
le queda ni la esperanza de poder mejorarlas algún día.
En este caso, la muerte del ser querido resucita viejos
conflictos, no resueltos con anterioridad: miedos, ansiedades,
sentimientos de abandono infantiles; y conflictos de
ambivalencia, dependencia, seguridad en las relaciones
padres-hijo. El doliente tiene que enfrentarse a la
pérdida actual y a viejas pérdidas. Existe más riesgo
de que el duelo se vuelva crónico cuando la relación
previa entre el fallecido y el doliente (padres e hijo,
relación de pareja) no era ya sana. Puede producir el
" síndrome de duelo ambivalente", en el que se mezcla
la sensación de alivio con los sentimientos de culpa.
2.-Los recursos personales
La
respuesta a la pérdida y la manera de afrontar el trabajo
del duelo es análoga a otras respuestas vitales de la
persona. Dependen de: *Sus comportamientos de adaptación,
personalidad , carácter y salud mental. *El grado de
confianza en sí mismo, *El nivel de madurez e inteligencia,
relacionados de manera positiva con una buena resolución
del duelo, al dar más posibilidades de entender el sentido
e ¡aplicaciones de esa muerte. *El haber o no sufrido
otros duelos, que pueden afectarle de manera positiva
- sabe que sobrevive a la pérdida - o negativa. *La
posibilidad de expresar el duelo. *La concurrencia de
otras crisis personales, que complican el duelo. Cada
una de ellas demanda energía y atención *La comprensión,
implicaciones, manera de afrontar y expresar la pérdida,
están influidos siempre por el propio sentido de la
existencia y los fundamentos religiosos, filosóficos,
culturales y sociales del doliente.
3.
Circunstancias específicas de la muerte
El
modo y momento de morir influye en los supervivientes.
No es lo mismo: *La muerte de un anciano que la de un
niño. Los padres experimentan ésta como antinatural
e injusta. *La muerte por una enfermedad terminal, que
la súbita e imprevista. *La muerte por suicidio o actos
violentos. La primera, da a los allegados la oportunidad
de prepararse al desenlace. Un accidente de tráfico
o laboral, un infarto, origina muertes muy difíciles
de aceptar. Todavía más dramática resulta la muerte
por suicidio, que deja sentimientos de culpa profundos
o la que resulta de actos violentos (asesinatos, violaciones).
Los dolientes pueden obsesionarse con el pensamiento
de cómo habrá vivido su ser querido aquellos últimos
momentos.
4.
Los apoyos externos
Los
dolientes viven su duelo en una determinada realidad
social, que influye en el proceso de recuperación. La
familia es el contexto fundamental y puede ayudar o
entorpecer la elaboración de un duelo, permitiendo por
ejemplo exteriorizar la pena o por el contrario, premiando
la fortaleza y entereza del que se controla. Los amigos,
los profesionales, los grupos de pertenencia, la Iglesia,
los grupos de ayuda mutua -formados por personas que
han sufrido experiencias similares- pueden ser otra
de tantas posibilidades de apoyo y consuelo.
LAS
REACCIONES ATÍPICAS DEL DUELO
La
intensidad y duración de las reacciones en el tiempo
es quizá lo que distingue un duelo normal de otro anormal.
En el duelo anormal el proceso queda bloqueado y el
dolor no se elabora. Las actitudes de rechazo y no aceptación
del hecho y los sentimientos de rabia, culpa y tristeza
no resueltos, pueden originar este bloqueamiento. Los
mecanismos de defensa que permiten a las personas gestionar
la angustia, afrontar situaciones difíciles o controlar
reacciones emotivas, no tienen en estos casos una función
saludable. Bloquean, retrasan o distorsionan un proceso
de crecimiento y maduración. Son mecanismos de rechazo,
fijación, represión, racionalización, aislamiento, regresión,
somatización o identificación (con el difunto).
TIPOS
DE DUELO
Anticipatorio,
en caso de muertes anunciadas Retardado, en aquellas
personas que se controlan, no tienen tiempo de ocuparse
de sí mismas o escapan al dolor y a la realidad de la
muerte del ser querido mediante una hiperactividad.
Durante meses o incluso años, cualquier recuerdo o imagen,
desencadena el duelo no resuelto. Crónico, que arrastra
el doliente durante años, absorbido por los recuerdos,
incapaz de reincorporarse a la vida normal. Patológico,
caracterizado por un agotamiento nervioso, síntomas
hipocondríacos, identificación con el fallecido o dependencia
de los fármacos o el alcohol. Requiere ayuda profesional.
LOS
OBJETIVOS DEL DUELO
1. Aceptar la realidad de la pérdida, que es el paso
más difícil.
2. Dar expresión a los sentimientos, identificarlos
y comprenderlos, para así aceptarlos y encontrar cauces
apropiados de canalización e integración.
3. Adaptarse a la nueva existencia sin el ser querido.
4. Invertir la energía emotiva en nuevas relaciones.
LA
RESOLUCIÓN DEL DUELO
En
general, puede decirse que el duelo ha sido resuelto
cuando el doliente ha cumplido los citados objetivos.
La duración del duelo es siempre variable y dependiente
de factores particulares que influyen en la respuesta
individual a la pérdida. Los síntomas más intensos del
duelo agudo pueden durar entre 6 y 12 meses, pero se
conocen procesos que necesitan 3 años y más. Hay aspectos
de la pérdida que acompañan al doliente para siempre
o del duelo mediato, que se prolongan durante años y
a veces hasta su muerte. El tiempo es terapéutico porque
da una perspectiva, ayuda a resituar los hechos, adaptarse
al cambio y procesar sentimientos. Sin embargo, que
"el tiempo todo lo cura", "sólo se necesita tiempo",
"con el tiempo el dolor es menor", sólo es cierto si
se toma el duelo como un trabajo, se afronta la pérdida
sin negarla inhibirla o posponerla y se atraviesa el
dolor sin evitarlo o circunvalarlo. Dos signos concretos
de recuperación: Que el doliente pueda hablar y recordar
al ser querido con naturalidad tranquilidad, sin llorar.
Que haya establecido nuevas relaciones significativas
y aceptado los retos de la vida.
LOS
RIESGOS QUE PUEDE CONLLEVAR UN DUELO
Son
factores de riesgo el tipo de muerte, las características
de la relación doliente fallecido ya mencionadas, las
características del superviviente y las circunstancias
sociales. *Las ideas de suicidio son frecuentes en el
caso de la muerte de un niño pequeño de manera súbita
e inesperada, en viudos, ancianos y hombres que pierden
a su madre. *Los supervivientes más vulnerables pueden
ser: las amas de casa que no trabajan fuera del hogar,
las personas con niños pequeños en casa, los cuales
sufren asimismo un riesgo; aquellos que expresan intensos
sentimientos de autor reproche. *Las circunstancias
sociales adversas se dan en personas de baja condición
socioeconómica, aquellas que tienen apoyo social inadecuado,
las que viven solas; las que han tenido trastornos psiquiátricos
previos; también en las que abusan del alcohol u otras
drogas. *Crisis agudas de desorganización conductual,
en las que es mejor no intervenir si lo solucionan familiares
o amigos. En otros casos, el profesional debe mantener
una actitud tolerante, de empatía, sin críticas ni juicios
de valor y tratando siempre de calmar la angustia del
doliente. *La posible demora potencial del duelo y volverse
crónico. Estos riesgos deben valorarse cuidadosamente
y si se duda, avisar al psiquiatra
CONCLUSIONES
*La vida está sembrada de pequeñas y grandes pérdidas.
*La muerte de un ser querido es una experiencia humana
atroz, por la que todos tenemos que pasar en algún momento
de nuestra existencia. *Un proceso de duelo, al que
no podemos escapar, que es inevitable, que siempre se
producirá, es la única respuesta posible. *Cuanto más
activo sea, menor será su duración y el riesgo de que
resurja de modo distorsionado en el futuro: *Es la manera
más "sana" de hacer un duelo. *A pesar de la carga de
sufrimiento que origina, puede transformar una experiencia
aparentemente negativa en positiva, por el potencial
creativo y de crecimiento que conlleva. De la muerte
surge la esperanza y con la esperanza, una nueva vida.
Marzo
2001
Adaptado
de "El Duelo" Donación y Transplante de Órganos
Natalia
Jaramillo - Enfermera Licenciada, U.J.
Editora Contusalud.com
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