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SIGNOS Y SINTOMAS
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MANEJO DEL DUELO


�No me quites mi duelo�

�El duelo es tan natural como
llorar cuando te lastimas,
dormir cuando est�s cansado,
comer cuando tienes hambre,
estornudar cuando te pica la nariz.
Es la manera en que la naturaleza
sana un coraz�n roto.�

Doug Manning

INTRODUCCION

Como parte de la vida, en su etapa final aparece la muerte. Puede ocurrir a cualquier edad, de forma s�bita o despu�s de una larga enfermedad. A pesar de saber que somos mortales, el fallecimiento de un ser querido resulta un acontecimiento terrible, muy dif�cil de aceptar. La ruptura del v�nculo, tan fuerte e importante, produce mucho sufrimiento y pone en cuesti�n los fundamentos del ser y existir humanos, afectando de manera importante a las relaciones familiares y sociales m�s b�sicas.

El miedo a la muerte, es un miedo universal, compartido por las diferentes culturas y religiones, que han elaborado ritos y grados de negaci�n diferentes. La muerte es especialmente dif�cil de entender en nuestra sociedad urbana y consumista, que fomenta la Ilusi�n de que vamos a vivir muchos a�os y lleva a la negaci�n de su realidad.

Las generaciones anteriores viv�an en un mundo rural donde la muerte de las personas y de los animales se viv�a como algo natural. Se mor�a en casa y desde ni�o, se aprend�an patrones de conducta, al observar c�mo se comportaban los otros en estas situaciones. Las convicciones religiosas profundas, los rituales y las ceremonias ayudaban a dar un sentido a la muerte. Los familiares, amigos y vecinos prestaban el necesario consuelo y apoyo al doliente.

Hoy, sin embargo, la mayor�a de los fallecimientos se producen en los Hospitales y son los profesionales de la salud que han estado en contacto con el paciente y su familia, los primeros que informan y pueden ayudar puesto que la muerte, desencadena en los familiares respuestas de tipo emocional, f�sico y ps�quico muy fuertes.

Un profesional que quiera ayudar a la persona en duelo, necesita:

* Conocer el proceso que sigue el doliente
* Tener experiencias vitales de contacto con el sufrimiento humano
* Desear consolar
* Haber reflexionado sobre su propia muerte.

CONSIDERACIONES SOBRE EL DUELO

DEFINICION:

El duelo (del lat�n dolus, dolor), es la respuesta a una p�rdida o separaci�n. Es una respuesta normal y natural; quiz� no ser�a natural la ausencia de respuesta. Es una respuesta a cualquier tipo de p�rdida, no s�lo a la muerte de una persona. Es algo personal y �nico y cada persona lo experimenta a su modo y manera, sin embargo produce reacciones humanas comunes.

El duelo es una experiencia global, que afecta a la persona en su totalidad: en sus aspectos psicol�gicos, emotivos, mentales, sociales, f�sicos y espirituales. Es un proceso durante el cual se atraviesan diferentes etapas, un trabajo que debe realizar el doliente. El duelo elaborado de manera natural, necesita siempre ayuda para soportar el sufrimiento.

El duelo es, asimismo, una experiencia ambivalente: se presenta como posibilidad y riesgo:

  • Posibilidad de maduraci�n, que hace que el ser humano emerja del proceso como persona diferente: consigue, de manera consciente o inconsciente, deshacer los lazos que le un�an al ser querido, adaptarse a la p�rdida y volver a vivir de manera sana en un mundo en el que ese ser querido nunca m�s estar�. Sale fortalecido ps�quica y espiritualmente.
  • Riesgo de cronificaci�n (volverse cr�nico), al hacer un duelo incompleto o mal elaborado, que requerir� tratamiento psiqui�trico o psicol�gico al cabo de 3-4 a�os.

EL DUELO COMO RESPUESTA A LA PERDIDA

Una p�rdida origina dolor. La experiencia de p�rdida es parte de la experiencia humana y a lo largo de la vida sufrimos a menudo p�rdidas. El sentido y la extensi�n de la p�rdida es percibida de modo diferente por cada persona. La mayor�a de las p�rdidas aparecen como negativas para el que las experimenta: la muerte de un ser querido, la p�rdida de bienes materiales.

Sin embargo otras p�rdidas se reconocen m�s dif�cilmente. No derivan en principio de hechos desagradables: las p�rdidas originadas por el crecimiento, los cambios de situaci�n; el nacimiento de un hijo, p�rdida de independencia y libertad -el traslado de casa, de ciudad. Todo cambio, positivo o negativo, implica una p�rdida y la necesidad de hacer un duelo.

Adem�s, toda p�rdida principal viene acompa�ada de p�rdidas secundarias y toda p�rdida f�sica de otras simb�licas : La muerte del ser querido es una p�rdida principal. Puede generar en el doliente, dependiendo del rol que haya jugado en su vida, p�rdida de status, de lugar de residencia, de amistades, de relaci�n con otros miembros de la familia, de entorno social. Estas p�rdidas secundarias, no siempre se identifican como tales y pueden causar problemas al originar reacciones que no se entienden y que hacen sufrir. Una p�rdida f�sica, p�rdida tangible que puede tocarse y verse,- la p�rdida del marido, el robo del coche, el incendio de la casa- conlleva p�rdidas simb�licas abstractas de naturaleza psico social.

Una enfermedad grave, origina, adem�s de la p�rdida de la salud, p�rdida de la autonom�a, de las funciones corporales, de la identidad, la intimidad, los contactos sociales, la autoestima y la movilidad. Y tambi�n la p�rdida de esperanzas, sue�os y expectativas.

La muerte de un ser querido es una p�rdida que se diferencia de otras por dos caracter�sticas:

  1. La intensidad de los sentimientos
  2. La irreversibilidad y -el para siempre- de la muerte.

EL DUELO COMO PROCESO

Todo duelo es un proceso natural en el que el doliente atraviesa una serie de fases, aunque no necesariamente toda persona en duelo debe pasar por todas ellas ni seguir una determinada secuencia. En el tiempo, podemos distinguir el duelo inmediato, que se inicia casi siempre en los Servicios de Urgencia y UCI de los hospitales y el duelo mediato, a medio y largo plazo.

Desde el punto de vista de ayuda profesional nos interesa el duelo inmediato. El comportamiento y manifestaciones de esa persona, indicar� lo que le ocurre por dentro, en su mundo �ntimo y as� se le podr� interpretar y comprender. La forma de iniciar el proceso de duelo es de la m�xima importancia.

LAS FASES DEL DUELO

Se describe a continuaci�n m�s detalladamente, un proceso normal de duelo seg�n Bob Wright

FASE I

Shock, insensibilidad, estupefacci�n
Nada parece real al doliente. Est� como en trance. La gente le habla y no responde: se siente espectador. No puede concentrarse ni tiene energ�a; est� aturdido, paralizado y los sentimientos como dormidos, anestesiados. Su comportamiento podr�a interpretarse a veces como de serenidad, pero el doliente se desmorona en cuanto se da cuenta de la realidad.

Esta situaci�n responde a un mecanismo de protecci�n ante la amenaza de un dolor ps�quico y confusi�n intolerables. Es un escape natural y temporal, que amortigua el impacto inmediato y ayuda a ir asimilando la terrible realidad. Pues a�n cuando haya una aceptaci�n intelectual de la p�rdida, el proceso emocional es muy lento y puede durar d�as o meses.

Negaci�n, incredulidad
"No es a m�"; "ha habido un error"; "estoy so�ando". El doliente habla en tiempo presente del fallecido. No renuncia a la esperanza de que va a volver. "No ha ocurrido nada". Los profesionales deben evitar en esta fase los eufemismos, evasiones y fantas�as.

P�nico
El doliente s�lo puede pensar en la p�rdida y est� paralizado por el miedo: miedo a perder los nervios y el control, a no poder concentrarse , a volverse loco, a lo desconocido, al futuro. �Qu� me va a ocurrir? El doliente est� emocionalmente desorganizado; se siente solo, triste, vac�o, confuso, desamparado y desesperado, postrado y lleno de desolaci�n. La idea de suicidio no es infrecuente. Este p�nico es normal y hay que dec�rselo.

Sentimientos y emociones en esta etapa:

El dolor, emoci�n humana b�sica absolutamente normal, a�n siendo universal, es extremadamente personal. Nunca se hacen dos duelos iguales. Cada persona llora la muerte de su ser querido de un modo diferente. En estos primeros momentos, el dolor es aterrador e irregular y se expresa a trav�s de una gama extensa de sentimientos, con reacciones muy variadas y a menudo contradictorias.

Son frecuentes los sentimientos de "oportunidad perdida" en esta relaci�n. Tambi�n los de inseguridad: no sabe uno d�nde est�; la tierra que pisa ya no es firme. Como se ha apuntado, aparecen a menudo sentimientos de desesperaci�n (e incluso la idea de suicidio). Distraen del enojo, resentimiento, c�lera que siente el doliente hacia las personas, el muerto, el m�dico o el sistema de salud y del sentimiento de culpabilidad por esas reacciones.

La desolaci�n y el llanto son muy frecuentes en un primer momento; �ste es precisamente el tiempo en que el doliente debe afligirse y suprimir o ignorar las reacciones de dolor puede retrasar o alterar el duelo. Por el contrario, las emociones que se sienten, al ser expresadas, ayudan a emerger frustraciones. Hablar del muerto y llorar, alivia y hace que se compartan sentimientos con otros. El identificar estas emociones: "estoy triste","estoy furioso" "estoy dolido ", desahoga y sirven de cauce para que las penas fluyan.

Las formas de respuesta a la aflicci�n pueden manifestarse por: Diferentes sensaciones f�sicas: n�useas, v�rtigo, palpitaciones, opresi�n en la boca del est�mago, en el pecho, vac�o en el est�mago, sequedad de boca, ahogo, hipersensibilidad al ruido, fatiga, dolores de cabeza, de espalda. Aquellos que bloquean la percepci�n. Como "desmayos" o "desfallecimientos", estados crepusculares, o bloqueos pseudo catat�nicos (inm�vil, r�gido y sin respuestas). Aquellos que alteran la motricidad: par�lisis de partes del cuerpo, inhibici�n de movimientos, automatismos motores regresivos (balanceo) o repetitivos sin sentido, suspiros interminables Esta fase puede durar horas, d�as o semanas.

FASE II

El sentido de culpa
Relacionado con la p�rdida aparece como fen�meno de autocastigo y autorrecriminaci�n: cosas que no hizo, no dijo o actuaciones que hicieron da�o a esa persona amada:" Si al menos hubiera llamado antes al m�dico, le hubiera tratado m�s cari�osamente, le hubiera cuidado m�s, hubiera tenido m�s paciencia, le hubiera expresado cari�o con m�s frecuencia."

Hay sentimientos de p�rdida de "la vida no vivida". Antes de la muerte siempre existe la esperanza de que las cosas pueden cambiar. La muerte hace examinar la vida: los propios fallos, errores, injusticias, lo que se ha hecho o dejado de hacer. En el caso de un hijo o de un c�nyuge este sentimiento puede revestir gran intensidad. El sentido de culpa sin resolver y las emociones mal interpretadas pueden llevar al doliente a sentirse mal durante a�os o a manifestarlo a trav�s de s�ntomas f�sicos. Puesto que el pasado no puede cambiarse, hay que aceptarlo e integrarlo en la propia vida; el aceptar la culpa es una forma de integraci�n.

C�lera
El doliente est� furioso; lleno de ira, rabia y resentimiento. �Por qu� no se ha muerto mi vecino que es un sinverg�enza?

Enojo
Contra el hospital, contra los m�dicos y enfermeras, con los que te rodean-.qu� se han cre�do, hablan de mi futuro y no hay futuro para m�.. Indignaci�n con el propio ser querido, "que se ha ido" que "est� descansando".
Rabia, contra uno mismo y contra los dem�s.

Depresi�n y abandono
Prima el sentimiento de desolaci�n. "Nadie ha sufrido un duelo como el suyo". La depresi�n aparece en esta etapa como un fen�meno normal y sano. Es una necesidad psicol�gica, un camino lento y tortuoso para llegar a aceptar la p�rdida y forma parte del proceso de decir "adi�s" al ser querido. Disminuye de manera importante la autoestima:"no me importa el aspecto", "no valgo la pena", no puedo ser merecedor del afecto de otros" .

Sentimientos y emociones en la fase II

El resentimiento disminuye el sufrimiento y la c�lera. Est� mejorando puesto que puede expresar sentimientos muy fuertes de los que no se cre�a capaz. Estos sentimientos son normales en las personase deben aceptarse, pero a menudo procuramos sublimarlos. Es una fase normal en el proceso del duelo e inicia la salida de la depresi�n.

Comportamientos: alteraciones del apetito, insomnio, miedo a enfermar, aislamiento social, evitar lo que recuerda al difunto o por el contrario llevar objetos del fallecido o atesorar objetos que le pertenec�an, visitar los lugares que se frecuentaron juntos. Se dan a menudo s�ntomas f�sicos de enfermedad originados por el dolor, la angustia y el stress, que a su vez provocan una depresi�n del sistema inmunol�gico; el doliente se vuelve f�sicamente m�s vulnerable. Los problemas de salud a lo largo del proceso, pueden indicar fijaciones por problemas emocionales mal resueltos. El entender la causa de todos estos "s�ntomas" puede ayudar a trabajar la p�rdida. Esta fase puede durar desde semanas a meses.

FASE III

Resistencia a volver a la vida habitual.
El doliente se siente sin fuerzas, d�bil e incapaz de afrontar nuevas situaciones y decisiones. Piensa que los que le rodean no tienen ni idea de la magnitud de la p�rdida, terrible y muy especial. No se duele delante de cualquiera, su duelo es un asunto privado. Le hablan de otras cosas ignorando su pena. Todos han olvidado lo ocurrido, pero "alguien tiene que recordarlo".Quiere tomarse su tiempo para hacer el duelo, se resiste a darlo por acabado. En realidad se produce una "conspiraci�n del silencio" y no se menciona al difunto para no provocar la aflicci�n del doliente. Algo importante que pueden realizar los familiares y amigos es el ayudar a conservar la memoria del difunto. El doliente deber�a abrirse a nuevas relaciones e iniciar algo diferente. Pero no le apetece y le cuesta, lo cual es muy normal.

FASE IV

Afirmaci�n de la realidad y recuperaci�n.
Gradualmente se va abriendo paso la esperanza. Las nubes se van despejando. Se alternan temporadas buenas con los baches, que casi siempre coinciden con fechas clave, aniversarios y fiestas significativas. Se recupera el sentido de s� mismo que pasa por aceptar la p�rdida: mi hijo ha muerto. Se afronta la dura realidad. En muchos casos, el doliente prefiere trabajar por s� mismo su dolor; aunque siempre necesita la calidez, la ayuda y el afecto de los que le rodean, para motivarle a buscar otras relaciones, trabajos o hobbies que den un nuevo sentido a la vida. Otras veces requiere ayuda m�s profesionalizada.

Reconocer el dolor e intentar vivirlo, es expresi�n de salud mental. En el dolor no hay atajos, no se puede huir de �l, hay que atravesarlo. Repasar los recuerdos agradables y desagradables, tambi�n alivia. Todos los estudiosos del duelo est�n de acuerdo en afirmar que un duelo se resuelve mejor si se cuenta con soporte emocional y social adecuados, ya que el doliente aprende que no tiene que afrontar el presente y el futuro solo: cuenta con familiares y amigos que le ayudan a temer menos al mundo real. La experiencia - dur�sima - de un duelo, da la oportunidad de ayudar a otros cuando sufren trances similares.

 

EL DUELO COMO TRABAJO - 2a. PARTE

Marzo 2001

Adaptado de "El Duelo" Donaci�n y Transplante de �rganos

Natalia Jaramillo - Enfermera Licenciada, U.J.
Editora Contusalud.com

 
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