El
primer hijo: ¿Principio de la familia
o fin de la pareja?
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Noviembre
8, 2000
Para unos es el origen de la familia, para otros
la muerte de la pareja. El primer hijo implica
muchos cambios y la transición no siempre es fácil
para los nuevos padres.
Investigadores
de la Universidad de Washington, con el aval de
los Institutos Nacionales de Salud
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de
Estados Unidos, entrevistaron a 43 parejas en el delicado
pasaje hacia la paternidad. El 33 por ciento de las madres
primerizas reportaron estabilidad o mejoras en su vida
matrimonial en respuesta al nacimiento de su primer hijo,
pero un 67 por ciento confesó una significativa declinación
de su relación afectiva.
Lejos
de una mirada pesimista, Alyson Fearnley Shapiro, director
del estudio, se propuso rastrear los secretos del sector
que dio estar satisfecho. "Lo importante de este
trabajo es que un alto porcentaje de parejas demostró
que es posible mantener una relación feliz durante la
estresante transición hacia la paternidad". La
fórmula del éxito resultó ser extremadamente sencilla:
un vínculo sólido expresado a través de cuidados y expresiones
de afecto mutuos, junto con el profundo convencimiento
de que el hijo es de los dos y no sólo de la mujer.
Negatividad
y caos
Contrariamente,
aquellas mujeres que no se sintieron satisfechas con
la nueva vida reportaron manifestaciones negativas de
los hombres hacia ellas y describieron la situación
familiar en términos de caos. Uno de los indicadores
de conflicto es justamente un sentimiento caótico que
acompaña a las parejas en situaciones vitales sencillas
de cambio. Si problemas simples tienen la capacidad
de perturbar el vínculo "imaginemos cómo se puede responder
a los enormes cambios que significa tener un niño con
quien no hay cómo prever cuándo se despertará en medio
de la noche", dice Shapiro.
Con
respecto a la negatividad masculina, los autores remarcaron
que las pequeñas críticas iniciales pueden convertirse
en conflictos abiertos durante la paternidad. La decepción
temprana, entonces, es capaz de erosionar la relación
y hacer sentir a la mujer que carece de apoyo justo
cuando más necesita el amor y el soporte de su pareja.
El
gran desafío de la pareja es introducirse en el delicado
territorio de los triángulos amorosos. "La madre se
vuelca con toda su carga emocional al bebé, que se convierte
en el objeto de su amor y pasa a ocupar toda la escena,
disminuyendo paralelamente su anterior interés por el
marido", comenta Liliana Niemtzoff, psicóloga del Hospital
de Niños Pedro de Elizalde y docente de Salud Mental
de la Universidad de Buenos Aires. El hombre tiene,
entonces, dos opciones. "La respuesta adulta implica
tolerar que su mujer debe cuidar al bebé transformándose
entonces en un gran útero externo capaz de contener
a ambos", dice Niemtzoff. "Claro que para hacerlo tiene
que haber elaborado sus propias experiencias infantiles.
Cuando
hay asignaturas pendientes, estas resurgen a raíz de
la nueva situación, que las actualiza", añadió. Entonces
el bebé se convierte en un rival a quien no se puede
vencer fácilmente y al sentirse abandonado, el hombre
tiende a abandonar, alejándose, resentido, de su familia.
La receta capaz de hacer converger los intereses debe
ser compartida por los dos. "Es importante que el padre
esté incluido desde el vamos, es decir desde el anuncio
mismo del embarazo. Que la madre lo integre y él se
comprometa, evidenciando así que el hijo es de ambos
y que todos se necesitan", indicó Niemtzoff.
Intimidad
amenazada
La
sexualidad es otro de los nudos de la discordia. La
invasión a la intimidad es transitoriamente algo con
lo que hay que aprender a convivir desde el minuto en
que el bebé se instala en la vida de la pareja. "Si
el vínculo previo no era suficientemente erótico, la
pareja corre el riesgo de alejarse más, porque la relación
se vuelve altamente insatisfactoria, ya que el bebé
ocupa toda la escena", dice la terapeuta. Y aunque la
relación sexual haya sido sólida, la maternidad tiende
a romper la imagen de mujer sexuada. Un desafío cultural
pendiente es terminar de integrar los trazos del rompecabezas
tradicional que parte a la mujer en dos identidades:
madre y mujer.
Noviembre
2000
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Natalia Jaramillo - Enfermera Licenciada, U.J.
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